¿Y por qué no mejor un «Ministerio de las personas»?

No suelo comentar sobre temas «de coyuntura», pero voy a hacer una excepción. En estos últimos días se ha comentado bastante sobre la propuesta de cambiar el «Ministerio de la mujer y poblaciones vulnerables» por «Ministerio de la familia». Estoy a favor de un cambio de nombre, pero «Ministerio de la familia» tampoco me parece correcto. Mejor sería tener un «Ministerio de las personas».

¿Por qué? Por las siguientes razones:

Primero, porque el nombre «Ministerio de la mujer y poblaciones vulnerables» es discriminatorio. Si constitucionalmente todos los peruanos somos iguales, y el gobierno decide crear un ministerio para ciertos sectores de la población, lo justo hubiera sido crear ministerios complementarios para los sectores de la población que no fueron contemplados en aquel primer ministerio. Esto nunca ocurrió.

Segundo, porque si bien es cierto que el gobierno, mediante el «Ministerio de la mujer y poblaciones vulnerables», ha tenido la intención de ayudar a promover la igualdad social (y enfatizo social porque la legal existe hace mucho) entre varones y mujeres, y entre poblaciones vulnerables y no vulnerables, es bastante candoroso pensar que tal igualdad se puede lograr sin la participación de los varones, de las poblaciones no vulnerables, o, en general, de toda la sociedad. Un cambio de nombre no transforma automáticamente todo, pero, como escritor, sé que el cambio de nombre ayudará a todos los que están involucrados en ese trabajo en hacer las cosas desde una perspectiva más amplia y completa.

Y tercero, porque cualquier cosa que haya sido lograda gracias o a través de ese ministerio, podría continuar tranquilamente a través de sus respectivos nuevos viceministerios. Así, si alguien en el gobierno hiciera caso de mi propuesta, podríamos tener:

El viceministerio de los varones;
el viceministerio de la mujer;
el viceministerio de los niños;
el viceministerio de los adolescentes;
el viceministerio de los adultos mayores;
el viceministerio de las personas con discapacidades físicas y mentales;
el viceministerio de quienes no hablan español con fluidez (sino quechua, aymara, yuni u otro); y,
el viceministerio de la familia.

¿Y qué podríamos —todos— ganar con ello? Que todas las subespecializaciones de este nuevo ministerio trabajen juntas en pro de una mejor sociedad. No sé a ti, pero a mí me suena mucho más completo que un ministerio (o muchos) que se dediquen, independientemente, solo a ciertos sectores.

Hasta la próxima.