Un momento para la reconciliación

Aunque estuvo llena de malos ratos, la verdad es que la pandemia del Covid-19 nos sirvió porque desnudó el enorme divorcio entre el pueblo y el Estado en el Perú. Ha sido tal el divorcio, tantos años, que hoy que el Estado sí quiso hacer todo lo posible por ayudar a los peruanos, se encontró lleno de dificultades para hacerlo.

A los malos ejemplos de gobernantes despreocupados por la gente, el pueblo respondió con apatía por su país. A los malos manejos de dinero, el pueblo respondió con una masiva y descarada evasión de impuestos. A los claros casos de corrupción, el pueblo respondió con un franco pero solapado desprecio por la ley. No hablo de grandes atentados. Hablo de las pequeñas cosas de todos los días: pasarnos el semáforo, tirar basura al piso, vender sin entregar comprobante, o pensar que siempre es posible mover influencias o sobornar a cualquier autoridad.

Pero la epidemia mostró algo distinto: durante algo más de tres meses de encierro, vimos al gobierno intentar, al fin, velar por la gente. No fue perfecto, lo sabemos, pero se reestructuró y mejoró el sistema de salud, se dio dinero a la gente que más lo necesitaba y se reconocieron muchos errores. Y me quedo con la sensación de que, a pesar de que aún hay mucho que corregir, ha sido bueno. Hoy, que termina oficialmente el aislamiento obligatorio, estamos en el momento exacto para preguntarnos cómo vamos a responder a ese esfuerzo. No me parece justo continuar con la apatía que nos ha caracterizado durante tantos años.

Es más, creo que es el momento exacto para plantearnos una reconciliación nacional.

Las opciones son muchas, pero podríamos comenzar con estas tres cosas:

La primera es pedir y entregar comprobante de ahora en adelante, siempre. Reparar todo lo que hay que reparar en el país va a necesitar recursos. Nuestros impuestos son la única forma que tiene el gobierno de obtenerlos sin endeudar al Estado con bonos u otros mecanismos económicos.

La segunda es asumir un rol como ciudadanía. Perú no será perfecto pero es nuestro Perú, el único que tenemos. Y si queremos que Perú sea un lugar bonito y bueno para todos, entonces es momento de hacer cada uno nuestra parte. Son muchas las cosas que podríamos hacer aquí, así que pronto publicaré otro artículo con algunas sugerencias.

La tercera es hacer una lista de todo lo que está quebrado y necesitaremos reparar: la salud, los caminos, la poca confianza en la policía o en las instituciones, la corrupción en la política… todo. Hagamos una lista completa y trabajemos en ella todos juntos. Es momento de reactivar, sí, pero aprovechémoslo también para reconstruir.

¿Sabes por qué me parece importante hacerlo? Porque sería tristísimo ver que una desgracia futura nos vuelva a encontrar desprevenidos, desarmados, como si no hubiéramos aprendido nada de la estoica resistencia que hemos tenido en esta.

Hasta la próxima.

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