El costo de la corrupción

Desde que, en 1980, el Perú dejó de tener gobiernos militares, hemos tenido un total ocho presidentes:

De ellos, ya no nos acompañan Fernando Belaúnde y Valentín Paniagua (que descansen en paz) y recientemente Alan García prefirió el suicidio que enfrentar un proceso judicial; pero si descontamos a Martín Vizcarra, Presidente actual en ejercicio, los demás han establecido terribles precedentes que no deberían repetirse nunca.

Podría parecer que en Perú, en 39 años de vida democrática (con sus bemoles en la década de 1990), se ha establecido una tradición de no entrar a formar parte del gobierno para trabajar sino para robar. Y lo peor es que ello ha ocasionado que, en la sociedad, cuando se habla de corrupción en el Perú, lo «normal» sea considerar que hay corrupción a todos los niveles. ¿Qué tan cierto será aquello de que «todos son corruptos»? No es objetivo de esta web juzgar eso. Lo que sí me gustaría que quede claro es cuál es el costo de la corrupción, para que todos los peruanos podamos ver cuál es la verdadera magnitud de este problema.

Para hacerlo, empecemos por establecer una medida de referencia. Un dólar estadounidense cuesta aproximadamente lo mismo en el Perú se paga por un tarro de leche evaporada. Si un medio de comunicación menciona que un funcionario malversó o recibió como soborno un millón de dólares, en teoría, podríamos equiparar eso con decir que el monto robado fue el mismo que robarse un millón de tarros de leche… pero, si lo pensamos con mayor detenimiento, notaremos que el Estado peruano no genera dinero por sí mismo. El Estado recibe dinero porque lo recauda a través de los impuestos que pagamos todas las personas que vivimos o trabajamos en el país.

Por lo tanto, si solo consideramos el ingreso que recibe el Estado por concepto del Impuesto General a las Ventas de cada tarro de leche evaporada que se compra en alguna tienda en el Perú, el Estado recibe solo dieciocho centavos de dólar por cada tarro de leche vendido. ¿Cuántos tarros de leche hay que vender para que el Estado reciba un dólar de impuestos? Seis. ¿Y para que el Estado reciba un millón de dólares en impuestos? Cinco millones, quinientos cincuenta y cinco mil quinientos cincuenta y seis (5 555 556) tarros de leche evaporada.

Eso, si consideramos que todos los tarros de leche fueron vendidos con boleta y el impuesto fue pagado en todos los casos; pues, en caso contrario, la cifra sería aún mayor.

La siguiente pregunta se cae de madura… ¿Cuánto tenemos que trabajar los peruanos para producir suficiente dinero para que el Estado reciba un millón de dólares de impuestos? ¿Lo imaginas? Pues, bien, ese es el costo de la corrupción en realidad.

Durante los últimos años hemos estado viendo un cambio. Hemos presenciando cómo la justicia peruana está comenzando a detener a los presuntos corruptos. Es una tendencia sana; una que podría permitir, a mediano plazo, desterrar la corrupción en el Perú. Solo tengamos cuidado con dos puntos mientras logramos este cambio. El primero es de no convertir los procesos judiciales en circos mediáticos, pues todas las personas merecen un juicio justo. El segundo es aprender —de una vez— que, si alguien desea formar parte de alguna de las esferas del gobierno, no puede ni siquiera pensar que va a tener la opción de «cobrarse» con favores o dinero el costo de la campaña. Los cargos públicos sirven para servir al pueblo, no para servirse de él. Y si alguien va a robar para terminar preso, lo mejor sería que se quede en su casa.

Hasta la próxima.

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