El error que cometen las empresas grandes

A veces observo a las empresas de tecnología y me causa gracia ver cómo evolucionan. Por lo general, todo comienza con una innovación en el mercado. El lanzamiento de los blogs, por ejemplo, se dio a finales de la década de 1990. OpenDiary consolidó la idea en 1998 y, como era buena, pronto le apareció competencia. Quizá habrás escuchado de Movable Type o LiveJournal, pero sin duda la más popular fue Blogger (WordPress aparecería unos años después, en el 2003). Es más, es a partir de su nombre que hoy existe la palabra «bloguero».

Hoy tenemos varias empresas realmente grandes en tecnología: Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft son tan ricas que sus dueños necesitarían muchas vidas llenas de lujos para terminarse todo lo que hoy tienen. Aunque el tema del dinero es lo de menos en este caso. Lo que quisiera destacar es cómo algunas empresas van cambiando con los años, para mal, y cómo ello les perjudica.

Veamos el caso de Twitter, por ejemplo. Empezó la moda de los microblogs, una web de actualizaciones rápidas súper abierta y amigable. Cualquier programador podía conectarse a sus bases de datos y generar un software que permitiera conectarse a Twitter sin tener que entrar a su web. Y muchos lo hicieron. En un momento llegó a haber una docena de aplicaciones distintas para conectarse a Twitter solamente en el sistema Linux. Hoy cada vez hay menos. ¿Por qué? Porque, con el tiempo, la empresa dejó de considerar eso conveniente y simplemente les cerró el caño a todos. Hoy, quien quiera crear una app que permita conectarse a Twitter con la libertad que teníamos antes, necesita pagarle a la empresa una cantidad gigantesca de dinero, haciendo imposible simplemente hacerlo gratis. Es comprensible que tengan un negocio y quieran obtener dinero, pero hacerlo a costa de restringir lo que ya dieron hizo que muchas personas empezaran a pensar en crear una alternativa.

Y la crearon. Hoy existe la red Mastodon, y resulta ser más prometedora que Twitter actualmente. ¿Por qué? Porque mientras Twitter hace esfuerzos grandes para obtener ganancias (solo ha tenido un año sin pérdidas económicas, el 2018), la gente de Mastodon vive de donaciones. Hacer dinero no les interesa y esto la hace imposible de tumbar.

Algo similar ocurrió con Facebook. Al inicio permitieron que las empresas crearan sus páginas de «fans» y luego, gradualmente, fueron reduciendo su llegada al punto de que hoy las empresas tienen que pagar si quieren que sus propios «fans» puedan ver lo que publican. Hay un grupo grande de negocios que cae en el juego y le paga (Facebook gana muchísimo dinero al año gracias a esos «impulsos» a las publicaciones que los dueños realizan); pero otro grupo se tomó en serio no caer en el juego y creó Diáspora. Hoy, al igual que Mastodon, Diáspora resulta ser muy prometedora. Facebook, en cambio, muestra signos claros de caída.

Google, históricamente, ha sido un poco más inteligente. Empezaron siendo un motor de búsqueda y continúan siendo principalmente un motor de búsqueda. Para hacer dinero, abrieron la posibilidad de anunciar sobre los resultados que ya existían, pero lo hicieron sin tocar su producto principal. El dinero que obtuvieron de esa decisión les permitió crecer hasta donde la conocemos hoy.

La moraleja, creo yo, es clara: Si alguien quiere crecer sin perder su posición y sin dar motivos a la competencia para armarse, no debe reducir lo que ya ofrece sino simplemente agregar algo a lo que ya da. Quienes quitan, como Twitter o Facebook, pierden mercado; quienes simplemente agregan, como Google, crecen. Para tener un Perú mejor necesitamos que las empresas sean astutas y hagan negocios de forma inteligente. Es la única manera de dejar de admirar a las empresas extranjeras y de lograr, con el tiempo, que sean otros quienes admiren las nuestras.

Hasta la próxima.

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